Cristo nos hace una promesa - 30 de julio

Introducción iconográfica


Habitualmente Cristo en Majestad o el Pantocrátor, aparece rodeado por los cuatro evangelistas, son los cronistas que dieron cuenta de cómo las promesas hechas al pueblo de Israel en el AT, se hacen realidad en la persona de Cristo. Estas cuatro figuras, que reciben habitualmente el nombre de Tetramorfos, tienen un origen iconográfico de lo más enigmático. ¿Los cuatro vivientes de la visión de Ezequiel (Ez 1,4-12)? ¿Los cuatro seres de la visión apocalíptica de san Juan (Ap 4,7)?

Cada uno de ellos se representa por un ser alado. Lucas es el toro, que es símbolo de sacrificio, Juan es el águila —algunos dicen que el águila es símbolo de resurrección, otros que por ser su texto el más elevado de todos—. Marcos es el león, símbolo de resurrección. Mateo es el hombre al que normalmente se representa como un hombre alado, por comenzar su Evangelio con la genealogía terrena de Cristo. Sin embargo aquí aparece como recaudador, escribiendo sobre un pequeño ábaco. Se trata de una licencia del maestro escultor, que no quiso olvidar en esta representación los orígenes de este recaudador de impuestos, cuyo corazón fue transformado por Cristo.

¿Conoces bien las Sagradas Escrituras? ¿La promesa de vida eterna que Cristo tiene para ti? ¿Te has parado a pensar que Cristo es ese cordero llevado al matadero de Isaías (Is 53,7), a la vez que el león rugiente de la tribu de Judá (Ap 5,4-6)?

A lo mejor necesitamos que, como a los dos discípulos de Emaús, alguien nos explique el sentido de todo esto (cf. Lc 24,27)… A lo mejor tu corazón arde como el de aquellos dos que escuchaban a aquel Cristo con aspecto de peregrino, que les salió al encuentro en el camino… (cf. Lc 24,13-35).


Comentario catequético


Ahora casi nadie estribe cartas. ¡Es una pena! Es muy bonito.En un correo electrónico u otro tipo de comunicaciones electrónicas no se distinguen los rasgos personales de la letra, ni la manera personal de disponer el texto, cosas que dicen tanto de la personalidad del que escribe...

Sin embargo, cuando lees una carta personal de otros, es muy posible, incluso en el caso de que entiendas la letra y el idioma perfectamente, que haya muchas cosas que no acabes de captar. ¿Y por qué? Por la sencilla razón de que las cartas personales hablan de cosas, personas, lugares, acontecimientos que han vivido y tienen en común los que se escriben, y no siempre los de alrededor. Cabe muy bien, incluso, que usen expresiones o palabras en un sentido único: apodos, gracias, bromas, que se resumen en la carta en una o dos palabras y que para cualquier otro lector no expresan nada comprensible, pero cuya mención basta para recordar una historia entera. El que quiera interpretar adecuadamente todo esto necesita las claves de lectura, que solo pueden proporcionar los autores de las cartas o los testigos vivos de las cosas que se refieren. De otra manera su conocimiento será muy superficial.

Algo semejante sucede también con Jesús, el Señor. Para conocerle bien, no superficialmente, es necesario acudir a sus testigos, que nos aportan las claves de lectura, la posibilidad de comprenderlo a fondo... Y por eso es necesario acudir a los cuatro evangelistas, que transmiten lo más significativo de las palabras y obras de nuestro Salvador. Pero no solo a ellos, sino también al AT, sin el que Jesús es una figura enigmática, sin definición. ¿No te has fijado que en los evangelios aparecen con frecuencia expresiones del tipo: para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta...? Jesús ha venido a colmar las esperanzas de salvación de Israel, las de la entera humanidad ¡y las tuyas! Es necesario conocer las Escrituras enteras, que tienen en los evangelios su centro. Hasta tal punto es vital conocer las Escrituras, que «desconocer la Escritura es desconocer a Cristo» (San Jerónimo, Commentarii in Isaiam, Prólogo; cit. en DV 25).

El CCE explica:

65: Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. San Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2:

«Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra [...]; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en él, dándonos al todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad» (San Juan de la Cruz, Subida del monte Carmelo 2,22,3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, vol. 11, Burgos 1929, p. 184).

CCE 127: El Evangelio cuadriforme ocupa en la Iglesia un lugar único; de ello dan testimonio la veneración de que lo rodea la liturgia y el atractivo incomparable que ha ejercido en todo tiempo sobre los santos:

«No hay ninguna doctrina que sea mejor, más preciosa y más espléndida que el texto del Evangelio. Ved y retened lo que nuestro Señor y Maestro, Cristo, ha enseñado mediante sus palabras y realizado mediante sus obras» (Santa Cesárea Joven, Epistula ad Richildam et Radegundem: SC 345, 480).

«Es sobre todo el Evangelio lo que me ocupa durante mis oraciones; en él encuentro todo lo que es necesario a mi pobre alma. En él descubro siempre nuevas luces, sentidos escondidos y misteriosos (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscritos autobiográficos, París 1922, p. 268).

CCE 133: La Iglesia «recomienda de modo especial e insistentemente a todos los fieles [...] la lectura asidua de las divinas Escrituras para que adquieran la ciencia suprema de Jesucristo (Flp 3,8), pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo» (DV 25; cf. San Jerónimo, Commentarii in Isaiam, Prólogo: CCL 73, 1 [PL 24, 17]).


Preguntas

1. ¿Qué puede significar en la práctica que Dios haya dicho ya todo perfectamente por Cristo? ¿No hay novedades, actualizaciones? ¿Dios ya no habla? br/>
2. «Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo» suena un poco fuerte. ¿Por qué es tan importante el AT, además del NT? Para simplificar, ¿por qué no se puede quitar el AT, si en el NT está Jesús, el importante y definitivo? br/>
3. ¿Conoces la Sagrada Escritura? ¿Le dedicas tiempo?


Oración

¡Señor! Ayúdame a profundizar más en esta amistad que empiezo a tener contigo, quiero conocerte mejor, profundizar en tus enseñanzas y hacerlas realidad en mi vida. Conocer tu promesa e interiorizar que también es para mí.

Para que resuene en tu corazón: deseos de conocer y bucear en las Escrituras, en particular en los Evangelios, para conocer más y mejor a Jesús, el Señor.

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